Todas las obras que nunca se verán...

¿Es interesante el lugar al que hemos llegado en la cultura de lo narrativo? ¿En qué nos hemos convertido como espectadores?

Estas preguntas guían todo el proceso de esta pieza desde sus inicios. Partiendo de la base de que todo el sistema capitalista se ha ido haciendo con el arte y lo ha ido utilizando en pos de sus propios intereses, nos centramos en las estrategias de las que se vale para producir en dicho sector y por las que el público se ha visto inconscientemente influenciado: rapidez de producción, gran variedad de producto y la necesidad de encajar en un modelo de mercado.

Eso es lo que recibe el público: una gran cantidad de producciones que se crean con base en un molde y se componen lo más rápido posible. En esta creación particular hemos pensado que es un buen momento social para ofrecer una pausa y retornar al origen. Una manera de recordar que venimos de contar historias alrededor de una hoguera. Tratamos de conseguir reavivar la imaginación que se ha visto mermada por el exceso de mirada física y la creatividad en la mente del espectador. Deseamos presentar una pieza que no es producto sino que proceso y perseguimos también el objetivo de demostrar que todo lo que defiende el sistema capitalista como necesario para hacer “buen arte” no es más que una versión de lo que ya poseemos por naturaleza dentro de nosotros mismos: la capacidad de ver por nuestra cuenta sin que nos digan hacia dónde tenemos que mirar y el poder de inventiva que nos aleja de ser meros consumidores pasivos y más espectadores críticos.

Un jaque para el espectador, el intérprete y para el propio hecho de la representación.

Eduardo Méndez